De los residuos de construcción y demolición que se generan en Colombia se aprovecha menos de un 30%.

El Ministerio de Ambiente ha fijado en un 30% la tasa mínima de aprovechamiento de los residuos de construcción y demolición que se generan en nuestro país.

Aunque se avanza a paso firme, los retos aún son enormes. Por ello las empresas tienen la necesidad de generar sistemas productivos y sostenibles, ambiental y económicamente.

La Cámara Colombiana de la Construcción lidera algunas iniciativas para integrar a cada uno de los actores de la cadena de generación, transporte, transformación y disposición final en el sector.

En Medellín existe el programa llamado Ruta N, que integra y canaliza recursos aprovechables de estos residuos de construcción y demolición.

Estos recursos se destinan a la ciencia, la innovación y la tecnología, así como instituciones de educación superior y redes de gestión de residuos.

Por eso es de vital importancia promover programas de inversión en desarrollo de nuevas tecnologías de economía circular.

Un ejemplo de esto es la labor que viene desarrollando una empresa barranquillera en la gestión efectiva de los residuos de construcción y demolición.

Igneo Colombia viene desarrollando desde su fundación en 2016, la creación nuevos productos a partir de los escombros.

Este proyecto de economía circular desarrolla productos prefabricados como bolardos, lavamanos, bancas, mesas y canecas aprovechando los escombros generados por diferentes obras.

El trabajo se viene realizando de la mano de ingenieros ambientales, ingenieros civiles y constructores.

Los escombros que se generan en las diferentes obras aliadas al proyecto se recogen por el transportador en el sitio de la obra.

Una vez son trasladados a la planta de producción, esta materia prima se convierte en agregados gruesos y finos que reemplazarán la arena y la piedra.

Esto busca en un mediano plazo reemplazar estos materiales en la mezcla de concreto, para evitar la explotación de las montañas.

Hoy la empresa aprovecha cerca de 1.500 toneladas al año. Una cifra baja en comparación con lo que se genera, pero un gran paso hacia una construcción más sostenible.